César Granado

Es complicado describir de forma abreviada que significa una disciplina que ha formado parte practicamente de toda mi vida adulta y que ha sido una fuente continua de conocimiento y crecimiento personal.
Tai Ji Quan es adentrarse en un arte clásico. Es un mundo cargado de arte, filosofía, técnica, experiencia, una fuente de crecimiento continuo donde el viaje se convierte en el propio fin.
Siempre fui un entusiasta de las artes marciales. Comenzando la práctica siendo un adolescente. Practiqué distintas disciplinas como el Taekwondo o el Full-Contact, hasta que di con las artes marciales chinas, quedando completamente enamorado de ellas. Durante los 90, practiqué Shaolin tradicional, Tai Ji Quan forma Chen del Maestro Wang Bo y Jeet Kune Do.
En aquella época, la calidad del conocimiento en general en España no estaba muy consolidada y era difícil encontrar algún profesional con un conocimiento serio y riguroso, que poseyera un linaje contrastable. Continué mi búsqueda hasta que en el año 2002 conocí al maestro Haoqing Liu, del cual quedé completamente obnubilado. Una persona con un gran conocimiento de Qigong y Tai Ji Quan, con una técnica impecable, una cercanía y naturalidad poco propia de los maestros de la época, con un gran proyecto: "Chikung-Taichi".
Desde entonces hasta hoy he asistido de forma constante a su escuela, donde he aprendido los principios sobre los cuales ha de sustentarse una correcta práctica de Qigong taoista y Ta Ji Quan (Estilo Yang línea Niu Chunming con particularidades del estilo Hong Junsheng). Prestando especial interés en el aspecto marcial y las técnicas de Tui-Shou.